Anteriormente: Retro con los amigos (1ª parte)
Aún recuerdo como si fuera ayer, el día en que conocí lo que es hoy mi saga favorita de todos los tiempos: Resident Evil. Era un día lluvioso como el de hoy en Málaga, alguna que otra tormenta acompañaba la noche, pero allí estaba yo, con el desconocido juego de Capcom para mi querida PlayStation.

Me costó bastante acabar aquel juego, ya que esa ambientación de terror y supervivencia, era algo nuevo para mí. El salto visual, con aquella presentación y la fantástica banda sonora, hacían de Resident Evil una experiencia terrorífica para la época.

Lo cierto es que lo pasaba realmente mal con títulos como Silent Hill o Resident Evil, pero eso me gustaba y me hacía vivir más de cerca la experiencia de juego. Desgraciadamente para mí, los Survival Horror ya no son lo que eran, y salvo alguna que otra excepción, el género ha pasado a formar parte del mundo Shooter. Pero como esto es retro con los amigos, vamos a lo que realmente importa.

Hace ya un tiempo que vengo proponiéndome volver a jugarme la saga; acabé la versión de Saturn y me puse manos a la obra con Resident Evil 2 para PlayStation. No contento con tan solo pasarme los dos discos (Claire y Leon), me propuse conseguir lo que en su momento no hice: Desbloquear al cuarto superviviente, Hunk.

Como conozco perfectamente a mi buen amigo Dimas, y sé que a él le encantan estos juegos, nos reunimos acompañado de buena comida basura, y ganas de jugar. El objetivo estaba bien claro: Acabar el juego en menos de dos horas y media, grabar menos de tres veces, y no usar spray curativo. En definitiva, conseguir grado A en los dos escenarios. Así pues, para facilitar la ruta en caso de duda, cogimos una guía de aquellas que vendía Hobby Consolas por 695 pesetas (sí, las guías físicas y de papel de cuando Internet no era una fuente de sabiduría al alcance de todos), y empezamos con Claire.

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Todo fue bien, y aunque nos dio la sensación de que no lo lograríamos, acabamos el juego con rango A, y en dos horas y veintidós minutos (Menos mal que no me dio por ordenar el baúl como a mí me gusta). Satisfechos con el resultado, pudimos descansar y dejar a Leon para el próximo día.

Por suerte pudimos vernos pronto, así que repetimos el método de la semana pasada, aunque esta vez con un añadido más: paciencia para aguantar al Tyrant “atraviesaparedes” (La primera vez que juegas, los sobresaltos con este individuo no te lo quita nadie). Este enemigo es bastante fácil de esquivar, y matarlo no supone un atractivo, ya que la recompensa no es más que munición. Hablando de munición, con tanto vicio y teniéndolo tan fresco, sobró por todos lados, y lo cierto es que el juego fue más bien un reto contrarreloj que uno de habilidad. Todo fue sobre ruedas, y los resultados saltan a la vista.

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Por fin podemos decir, que esa partida de Hunk que tenemos en la memoria, es fruto de nuestro esfuerzo, y no una partida facilitada por algún conocido. Aunque más allá de lo logrado, lo bonito de todo fue poder disfrutar del juego acompañado de un amigo, y además a la vieja usanza.

Autor de la entrada: wolfa